La Amazonía, vital para la biodiversidad, el clima, el ciclo hídrico, el almacenamiento de carbono y hogar de culturas indígenas y fuentes medicinales es clave para el bienestar del planeta. Con sus aproximadamente siete millones de km² afronta desafíos críticos como la deforestación impulsada por la agricultura y la ganadería, presiones del mercado internacional, regulaciones ambientales inadecuadas y el impacto creciente del cambio climático.

Uno de los efectos directos de la deforestación en la Cuenca Amazónica es la alteración del ciclo del agua. Según Pablo Ochoa, docente de Gestión Ambiental de la UTPL y autor principal de la investigación, “necesitas humedad en el suelo para que se evapore, genere nubes y pueda caer otra vez en forma de lluvia. ¿Qué ayuda a mantener la humedad en el suelo? Una abundante vegetación, principalmente árboles, arbustos, epífitas y musgos, que básicamente conforman la estructura del bosque amazónico. Si estos desaparecen, el stock de agua en el suelo se agota con rapidez”.

Por otra parte, entre los años 2000 y 2020, la producción agrícola en la Amazonía se incrementó en un 327,3 %, alcanzando aproximadamente 11,4 millones de hectáreas de área cosechada. Este aumento a su vez se ve acompañado de un incremento significativo en el uso de agroquímicos.


Para Ochoa, una de las mayores preocupaciones de sus colegas brasileños es que para “ampliar la frontera agrícola y ganadera están aplicando glifosato a gran escala, como se hizo en la guerra de Vietnam”, con el fin de matar la vegetación para eliminarla a través de incendios.

En Brasil, país con la mayor extensión de la Cuenca Amazónica, el uso de estos productos era de aproximadamente 150 mil toneladas de ingrediente activo en el año 2000, cifra que se disparó a más de 600 mil toneladas para 2019.

Esta tendencia también se refleja en Ecuador que, con casi la mitad de su territorio cubierto por bosque amazónico, presenta una de las tasas de uso de pesticidas más altas del mundo (25,8 kg/ha), según datos de la FAO.

Contaminación por plaguicidas

Entre 2013 y 2016, la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario de Ecuador, también conocida como Agrocalidad, realizó un estudio sobre el Límite Máximo de Residuos (LMR) de pesticidas en alimentos, examinando 2.294 muestras a nivel nacional. Se encontró la presencia de pesticidas extremada y altamente tóxicos como thiametoxam, oxamil, metamidofos, ometoato, phosmet o carbendazim, entre otros, en productos como tomate de riñón, naranjilla, frutilla o tomate de árbol. Algunos casos, como el oxamil en la naranjilla y el metamidofos en el tomate de riñón, superaron 28,7 veces y 10 veces el LMR respectivamente.

Uno de los estudios más recientes elaborados en Ecuador: Effects of intensive agriculture and urbanization on water quality and pesticide risks in freshwater ecosystems of the Ecuadorian Amazon revela preocupantes niveles de contaminación del agua vinculados al cambio de uso del suelo por el crecimiento demográfico y la expansión agrícola en la cuenca del Río Napo.

Se detectaron residuos de pesticidas en todos los sitios de muestreo, siendo carbendazim, azoxistrobina, diazinón, propiconazol e imidacloprid los que mostraron la mayor prevalencia. Los insecticidas organofosforados presentaron un alto riesgo ecotoxicológico, afectando potencialmente hasta al 29% de las especies acuáticas.

Ecuador, con un 11,8 %, se sitúa detrás de Brasil, que lidera con un 81,5 %, el número de publicaciones científicas sobre pesticidas en la Cuenca Amazónica. Pablo atribuye esto a varios factores: el auge de la biología y la concienciación ambiental a inicios de este siglo, el aumento de la producción científica a partir de la primera década y el creciente interés de las universidades por el oriente ecuatoriano.

Sin embargo, estas estadísticas ocultan una realidad más compleja. Países como Colombia, Perú y Bolivia, con extensiones de Amazonía más amplias que Ecuador, registran una cantidad notablemente baja de publicaciones científicas sobre el impacto de los plaguicidas, sumando apenas el 1,3 % del total. “Es particularmente llamativo porque son países que tienen cierta tradición, como el caso de Venezuela, donde sorprendentemente no encontramos registros en este campo”, reflexiona Ochoa, resaltando la discrepancia en la divulgación de la investigación sobre este tema en la Cuenca Amazónica.

La investigación, realizada por expertos de Brasil y Ecuador, revela que el empleo intensivo de agroquímicos en la Amazonía genera preocupaciones significativas tanto para el medio ambiente como para la salud pública. La creciente dependencia de estos productos químicos en las prácticas agrícolas intensivas resalta la urgencia de revisar y reformar las políticas agrícolas y ambientales para proteger uno de los ecosistemas más vitales para el planeta.

Del neolítico a la Revolución Verde

Hace unos diez mil años, la revolución del Neolítico transformó a las sociedades humanas de cazadoras-recolectoras nómadas a agrícolas sedentarias, marcando el inicio de la domesticación de plantas y animales. Este cambio permitió a los humanos manipular su entorno para aumentar la producción de alimentos. Dicha domesticación, que incluyó cultivos como el maíz y la quinua en Mesoamérica y los Andes, fue un proceso gradual y transformó la eficacia biológica natural en utilidad humana.

La Revolución Industrial, en el siglo XVIII, introdujo cambios significativos en la agricultura europea, como la rotación de cultivos y el uso de maquinaria avanzada, aumentando la productividad y apoyando el crecimiento poblacional y la transición a la industrialización. La Revolución Verde del siglo XX continuó esta transformación, con el desarrollo de tecnologías como semillas genéticamente modificadas, el uso intensivo de fertilizantes y pesticidas, y la mecanización agrícola.

En Ecuador y Brasil, la Revolución Verde fomentó la modernización agrícola e incentivó el uso de químicos. Sin embargo, esto llevó a problemas ambientales y de salud, y una disminución de prácticas tradicionales sostenibles.

Salud pública y pesticidas

La necesidad de estudiar más a fondo el riesgo de exposición a pesticidas en países en desarrollo es crucial debido a la escasez de datos y herramientas para evaluar sus riesgos para la salud y el medio ambiente. Para abordar esta necesidad, se ha desarrollado el Índice de Exposición Potencial a Plaguicidas (PPEI, por sus siglas en inglés), una metodología innovadora diseñada para cuantificar el riesgo de exposición a estos compuestos químicos en zonas agrícolas. Este índice incorpora diversos factores, incluyendo la proximidad de las comunidades humanas a los campos agrícolas, la toxicidad de los pesticidas utilizados, y la frecuencia de su aplicación.

En un estudio colaborativo entre la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y la Universidad de Idaho, llevado a cabo en la región sur de Ecuador, se identificaron zonas con una alta vulnerabilidad a los residuos de pesticidas. De los 5326 barrios examinados en esta región, el análisis reveló que el 19.34 % de ellos presentaban un alto riesgo según el PPEI, mientras que el 21.10 % mostró un riesgo medio y el 18.94 % un riesgo bajo. Lo que significa que casi el 60 % de estas poblaciones presentaron algún tipo de riesgo. Este índice resulta ser una herramienta valiosa para que reguladores y académicos puedan evaluar el impacto de las políticas de uso de la tierra en la susceptibilidad a los pesticidas.

En una investigación adicional, liderada por Pablo Ochoa y Paulina Arévalo de la UTPL, se centró en determinar el impacto en la salud de las mujeres expuestas indirectamente a pesticidas, poniendo especial atención en los posibles daños genéticos. Los hallazgos indicaron signos de toxicidad hepática y un incremento en la presencia de micronúcleos, sugiriendo daño al ADN. Además, se observó que ciertas variaciones genéticas afectan la frecuencia de células con daños nucleares. Este estudio proporciona evidencia sobre los efectos adversos en la salud de las mujeres que han estado expuestas de forma indirecta a pesticidas.

Alternativas orgánicas en la Amazonía

El estudio realizado en colaboración con investigadores brasileños, identificó alternativas sostenibles al uso de plaguicidas en la Cuenca Amazónica, destacando la producción agrícola orgánica de especies silvestres. Esta práctica beneficia la biodiversidad y protege los ecosistemas amazónicos, impulsando la bioeconomía local y teniendo un impacto social positivo en las comunidades. Un caso exitoso es la producción de guaraná, evidenciando la viabilidad de replicar estos métodos en diferentes cultivos y comunidades de la Amazonía. Este enfoque sostenible no solo es ecológico, sino que también refuerza las economías locales y mejora la vida de las poblaciones indígenas y rurales.

Periodista especializado en ciencia, documentalista, fotógrafo y diseñador, responsable de Cultura Científica - DIRCOM en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y co-editor y redactor de la Revista "Perspectivas de investigación". Magíster en Estudios de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación por la Universidad de Oviedo, Universidad de Salamanca y la Universidad Politécnica de Valencia y miembro de la Asociación Española de Comunicación Científica (AEC2). Entre los documentales que ha dirigido, destacan, "Páramos, donde nace la vida", "Lágrimas de vida" y "Café de Loja: Ciencia, Arte y Tradición".