En colaboración con el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, la Universidad Técnica Particular de Loja impulsa el Observatorio Sísmico del Ecuador a través del Grupo de Ingeniería Sísmica y Sismología. Henrry Rojas, investigador del grupo, nos ha dado algunos detalles sobre la naturaleza de los sismos, las formas con las cuales medimos y entendemos los movimientos telúricos y las medidas preventivas que aplican en Ecuador.
¿DÓNDE Y POR QUÉ OCURREN LOS SISMOS?
Los grandes bloques superficiales de la Tierra se llaman placas tectónicas. Estas placas están sujetas a un movimiento lento y continuo bajo la corteza terrestre. En las zonas donde dos placas tectónicas se encuentran ocurre el fenómeno de ‘subducción’. Se dice que una placa se subduce en los puntos en los que se desliza bajo otra placa.
Cuando hay puntos de resistencia en el roce de ambas placas se acumula energía que, al ser liberada, produce un sismo; o sea, un movimiento en la superficie del suelo. La zona bajo el suelo donde se libera la energía se llama ‘zona de fallo’. Las zonas más críticas, en cuanto a sismos se refiere, son las que corresponden con la subducción.
Una casa o edificio sismo-resistente no solo cumple las condiciones de carga normales, sino que además está adecuada para soportar el sismo máximo probable que indique el mapa de vulnerabilidad sísmica.
El ‘cinturón de fuego del pacífico’ es una franja que recorre todo el occidente del continente americano y el este del continente asiático. Todo el cinturón es zona de subducción de placas oceánicas bajo placas territoriales. En Sudamérica, esta franja corresponde a las costas del Océano Pacífico. Aquí la placa oceánica se subduce por debajo de la placa sudamericana, generando actividades sísmicas frecuentes cerca de las costas occidentales.
En su mayoría, los sismos del mundo se concentran alrededor del cinturón de fuego del pacífico. Aunque en dicho cinturón ocurren sismos a diario, no todos llegan a percibirse en la superficie; esto depende de factores como la profundidad a la que ocurre la liberación de energía y el tipo de suelo en la superficie.
SISMOS EN ECUADOR Y EN LA REGIÓN SUR
En el cinturón de fuego del pacífico la subducción de menor profundidad coincide con las costas, lo que produce los sismos más intensos. Conforme nos adentramos al continente, mayor es la profundidad de las fallas y menor es la intensidad sísmica, siguiendo que la onda de energía liberada se disipa mejor hasta llegar a la superficie.
Debido a la geología local de los suelos y a la cercanía a las zonas de subducción, la costa Ecuatoriana y partes de la sierra tienen mayores probabilidades de sufrir fuertes sismos. Mientras, en el oriente Ecuatoriano el ‘sismo máximo probable’ será menos intenso.
En la década de los 70´, en la región sur del Ecuador, se suscitaron varios sismos de intensidad considerable, presentando derrumbos de edificaciones parciales en Loja. Sismos de este tipo no se han sufrido desde entonces en la región, lo cual se conoce como un ‘silencio sísmico’. Siguiendo dicho silencio se ha determinado que existen riesgos de que ocurra un sismo de magnitud considerable en Macará, Zapotillo o Alamor.
MAGNITUD E INTENSIDAD
Cuando ocurre un sismo, al punto donde se libera la energía se le denomina ‘hipocentro’, y la zona de la superficie donde se percibe el sismo es llamada ‘epicentro’. Los sismos se miden de acuerdo a su magnitud e intensidad. Así, el hipocentro se correlaciona con la magnitud y el epicentro con la intensidad.
La magnitud de un sismo mide cuanta energía se liberó en la falla, bajo tierra. Mientras tanto, la intensidad indica cuánto daño causó el sismo en la superficie. Dependiendo del tipo de suelo, la energía de un sismo habrá de disiparse de una u otra manera, produciendo diferentes intensidades según sea el caso. Aunque el sismo ocurra en unas coordenadas determinadas bajo tierra, puede suceder que la intensidad sea mayor en otras coordenadas.
Actualmente, la magnitud de un sismo se mide en una ‘escala de magnitud de momento’ (Mw); un número que asigna la cantidad de energía liberada. Por otro lado, la intensidad se mide a través de la ‘escala macrosísmica europea’. Esta última es una valoración cualitativa que indica qué características tiene el sismo en la superficie; en otras palabras, qué tipo de daños causa.
Las actividades humanas tienen una influencia directa sobre la intensidad de un sismo, es decir, sobre los perjuicios que causa en la superficie. Por ejemplo, el sismo de Haití de 2010 tuvo una magnitud de hasta 7. Este sismo causó muchos más daños de lo que otros sismos de mayor magnitud han causado en otras partes. Las actividades que introdujeron tal intensidad fueron la deforestación (que causa deslaves durante un sismo) y la construcción informal o malas prácticas constructivas (que pueden provocar un gran número de víctimas).
Por otro lado, en casos como los de Japón y Chile, se han registrado sismos con magnitudes cercanas a 8 y, a pesar de que hay cierta destrucción, las infraestructuras resisten relativamente bien o son restablecidas con prisa. Esto se debe a que las normativas correspondientes, y su cumplimiento, responden a una buena cultura sísmica.
NORMATIVA Y PREVENCIÓN EN ECUADOR
En Ecuador aplica una normativa para diseño y construcción antisísmicos. Esta está dada por el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda y se hace cumplir a través de los Gobiernos Autónomos y Municipios respectivos. Por medio de un mapa de vulnerabilidad sísmica, la Norma nos direcciona sobre qué medidas deben tomarse en la construcción en función de la ubicación y el nivel de riesgo.
En ingeniería civil, el conocimiento aproximado de cómo se mueve el suelo sobre el que se construye es vital para diseñar y ejecutar edificaciones que se comporten adecuadamente ante un sismo. Una casa o edificio sismo-resistente no solo cumple las condiciones de carga normales, sino que además está adecuada para soportar el sismo máximo probable que indique el mapa de vulnerabilidad sísmica.
Desde la UTPL se trabaja para mejorar la red nacional de medición de sismos en Ecuador, particularmente, en la región sur del país. Esto se logra con equipos acelerógrafos instalados en la Universidad y en locaciones como Macará, Zapotillo y Alamor. De esta manera, y en colaboración con el Instituto Geofísico, mes a mes se producen detallados reportes sísmicos.