El objetivo 16 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): Paz, Justicia e Instituciones Sólidas, nos invita a reflexionar sobre el hecho de que sin Paz: estabilidad, derechos humanos y gobernabilidad efectiva basada en un Estado de derecho, no es posible alcanzar un desarrollo sostenible. Una invitación a trabajar, en momentos en los que la violencia asume nuevos rostros: símbolos, discursos, ejemplos y liderazgos violentos, que dividen a las sociedades, que la llevan por la vía de la desinformación, de la intolerancia, del odio y la desconfianza.
Parece ser que una es la Paz que queremos (una quimera), y otra es la Paz que podemos (una triste realidad). Para evitar esta evidente frustración, la academia y la investigación para la Paz, deben trabajar sin descanso, por entender el por qué de las sociedades divididas, de los países donde supuestamente se vive en democracia, pero que a la vez se desconocen derechos fundamentales y de los países y regiones con alarmantes índices de violencia e intolerancia.
Con ese <<entender>>, trabajamos en nuevos escenarios para la paz: educación y acción. Si hablamos de reducir considerablemente la violencia en nuestras sociedades y trabajar con gobiernos y comunidades para encontrar soluciones duraderas, aceptadas y respetuosas de los derechos humanos necesitamos de Paz, Justicia e Instituciones Sólidas: derechos y obligaciones en un marco de tolerancia y respeto.
El reto es pasar de la declaración a la acción y eso es posible bajo el llamado y convocatoria de Naciones Unidas sobre los ODS. Esto permitirá que las diversas agendas regionales, nacionales y locales, se alineen con un concepto y práctica de Paz Sostenible, que es a la vez un soporte del Derecho Humano a la Paz.