Perfiles como el de Ángel Benítez, docente investigador de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), encontraron en su formación universitaria y en el ejercicio de la investigación científica una oportunidad para transferir el conocimiento a las nuevas generaciones y descubrir las fortalezas del medio ambiente y la biodiversidad. El profesional no solo explora y documenta las fortalezas del medio ambiente y la biodiversidad de la región, sino que también promueve la búsqueda constante de nuevas temáticas para abordar. Gracias a su trayectoria, en septiembre pasado el docente recibió el reconocimiento al mérito científico Clodoveo Carrión Mora en Loja.
¿Cómo surge su interés por las plantas y su decisión de formarse en el campo de la gestión ambiental?
Conocer cómo la biodiversidad ayuda a fortalecer los servicios ambientales y la importancia real de las especies y los ecosistemas motivó mi interés por la gestión ambiental. Este es el entorno en el que nos desenvolvemos y cada una de las especies y elementos que integran el medio ambiente tiene un rol fundamental. Precisamente ahí surge la necesidad de investigar y comprobar científicamente cómo funciona la interacción de la flora y factores relacionados con la calidad del agua y del aire, entre otros procesos.
¿Cómo describiría su trayectoria profesional?
Debo reconocer que mi primer escenario de formación estuvo ligado a la Ingeniería en Sistemas, que tiempo después fue reemplazado por la gestión ambiental en cuanto tuve la oportunidad, a través de la denominada gestión productiva, de vincularme al herbario de la UTPL en donde pude realizar prácticas, muestreos de vegetación y conocer con mayor cercanía a la naturaleza.
Con el paso del tiempo enriquecí mi conocimiento sobre la biodiversidad que tenemos en el sur de Ecuador, lo que se vincula con mis trabajos de tesis a nivel de grado, maestría y doctorado. Por ejemplo, mi tesis de pregrado se orientó al estudio de la distribución espacial de la palma de ramos en un bosque montano de Saraguro, lo cual implicó la investigación de la conservación de la diversidad biológica.
Parte de mi carrera también está ligada a la docencia en la UTPL, lo que se conecta con la investigación que realizo. En la universidad también soy director del Grupo de Investigación Biodiversidad de ecosistemas tropicales (BIETROP) y he logrado vincularme a proyectos con participantes nacionales e internacionales. Este camino no ha sido fácil y, sobre todo, la investigación en el campo de la biodiversidad de plantas es compleja en cuanto a “vender” las iniciativas y alcanzar financiamiento. Sin embargo, también he tratado de llevar mi propuesta a aquellas temáticas que no han sido abordadas, y para eso reviso periódicamente en lo que están trabajando otros colegas y busco alternativas para obtener otros resultados, como es el caso de mis estudios en ecología, conservación y monitoreo de cambios ambientales usando briofitos y líquenes.
Desde su experiencia, ¿cómo describiría el estado actual de la investigación en Ecuador?
Debo reconocer que en Ecuador la investigación y quienes se vinculan a esta, incluidos quienes somos parte de la UTPL, estamos avanzando, fortaleciendo y generando información científica. La investigación en el país está ganando impulso, aunque todavía enfrentamos algunas brechas especialmente en la cantidad de publicaciones y en el impacto concreto que estas tienen en la solución de problemas locales, sin embargo, es un proceso a largo plazo.
A veces se cuestiona el valor de un artículo científico, pero en realidad es muy útil, sobre todo cuando generamos artículos con indicadores específicos, como los obtenidos en investigaciones realizadas en Loja sobre la contaminación del aire y del agua, obtenemos datos precisos sobre la calidad ambiental y su relación con factores como el tráfico vehicular y las aguas residuales. Estos datos, a su vez, permiten tomar decisiones fundamentadas y formular políticas u ordenanzas que mejoren la calidad del aire y del agua en la región.
¿Cuál considera usted que ha sido su mayor aporte a la comunidad científica y a la comunidad en general?
Considero que con el tiempo he ido ganando espacio en el ámbito científico y he podido generar una línea de investigación que ha brindado la oportunidad a estudiantes, docentes y sociedad en general a conocer un grupo de organismos poco estudiado como los briófitos y líquenes. Además, he podido generar investigaciones que se han conectado con las diferentes clases que imparto y se han traducido en publicaciones científicas lideradas por estudiantes. Finalmente, destaco la importancia de buscar oportunidades en la investigación, indagando en campos en los que no se ha trabajado mucho, a partir de la búsqueda de información y la identificación de vacíos de conocimiento que permite abonar en campos no explorados.
¿Y en cuanto al relacionamiento con investigadores internacionales?
En Ecuador hemos avanzado significativamente en la forma en que participamos en la investigación científica. Anteriormente, la mayor parte de investigadores participaba como técnicos de campo y se limitaba a recolectar datos para que, luego, investigadores de otros países los analizaran y produjeran las publicaciones. Por ende, gran parte de nosotros participábamos únicamente como coautores. Sin embargo, gracias a la preparación y el fortalecimiento de las capacidades locales y apoyo de la universidad, hemos cambiado esta dinámica. En la actualidad, muchos investigadores ecuatorianos lideran proyectos de gran impacto, inclusive con presupuestos que superan los USD 500 mil, y gestionan fondos de financiamiento externo. Desde nuestra facultad trabajamos con un enfoque colaborativo que nos permite participar de manera integral en el diseño, desarrollo y análisis de investigaciones. No solo recogemos los datos, sino que también discutimos los resultados y formamos parte activa en la toma de decisiones y en la publicación final. Este avance ha sido posible gracias a nuestra experiencia acumulada y al esfuerzo de los equipos de investigación que buscan un impacto real y duradero en la ciencia local y global.
¿Cuál sería su mensaje para aquellos estudiantes que sienten interés por la investigación?
El esfuerzo y la perseverancia son claves, y en cualquier área del conocimiento se puede generar proyectos y publicaciones científicas. En la UTPL hemos logrado destacarnos como una institución que aporta en la formación profesional y brinda las herramientas para que los estudiantes, desde sus inicios, se involucren en los proyectos que desarrollamos formen parte de publicaciones, las cuales son elemento clave para el inicio de la investigación aplicada.
Además, es importante destacar que hoy existen muchas oportunidades para realizar investigación, por ejemplo, algunas herramientas de inteligencia artificial. Sin embargo, hay aspectos que ninguna tecnología puede reemplazar, como el estilo único de redacción y el enfoque personal que cada investigador imprime en su publicación. La escritura científica es un arte que requiere dedicación y habilidad: se necesita una preparación constante para que se lleve a cabo de manera efectiva. A las futuras generaciones que aspiran a integrarse en un centro de investigación o en una universidad les sugiero comenzar a desarrollar estas competencias desde sus primeros años de estudio. Una habilidad fundamental que me hubiera gustado dominar mejor desde el principio es el Inglés, ya que es crucial para el acceso a la literatura científica global y para compartir los resultados de la investigación de manera efectiva.
Ángel Benítez Chávez
Doctor en Conservación de Recursos Naturales y Máster en Técnicas de Caracterización y Conservación de la Diversidad Biológica en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (España). Ingeniero en Ciencias Ambientales por la Universidad Técnica Particular de Loja (Ecuador). Docente e investigador de la UTPL por más de 10 años. Director de la carrera de Gestión Ambiental, director del Herbario HUTPL y director del Grupo de Investigación BIETROP.