La biotecnología y la bioeconomía, dos conceptos que buscan desarrollo
La industria biotecnológica surgió en los años 70, pero todas las estrategias de ingeniería genética evolucionaron hacia un nuevo término que debe ser el futuro de la biotecnología: la bioeconomía. Esto es la administración eficiente de los recursos biológicos y cobra especial importancia en un país megadiverso como Ecuador. Sin embargo, no se están haciendo los mejores esfuerzos para valorizar económicamente esa característica (la biodiversidad presente en el territorio Ecuatoriano). En ese sentido, la bioeconomía debería ser el camino a seguir.
La bioeconomía es todo ese andamiaje de experticia teórica que permite usar los recursos naturales de forma eficiente, valorizándolos para generar un beneficio económico en un contexto sustentable. Por ejemplo, uno de los ecosistemas dominantes de la sierra ecuatoriana es el páramo, que tiene una gran cantidad de producción agrícola, pero sus cambios ambientales son muy fuertes, con ciclos extremos de temperatura: al amanecer la temperatura está a punto de una congelación y en cambio sus picos máximos alcanzan los 25 grados. La pregunta es ¿hay un plan de estudios para ayudar a que las plantas resistan –a través de las bacterias- esos cambios del ambiente? Si se valorizan las bacterias que se asocian con esos cultivos que son explotados en el páramo ecuatoriano, se podría exportar recursos biológicos para la producción de alimento en otros lugares del planeta expuesto a veranos muy cortos y con el riesgo de la congelación de los cultivos.
De la misma forma, el empleo de microorganismos nativos asociados a los cultivos son importantes para acelerar el ciclo de nutrientes del suelo y disminuir así el uso de fertilizantes químicos y con ello opacar su impacto ambiental negativo. En resumen, la bioeconomía (entre otros elementos), da pautas sobre las estrategias biotecnológicas que permiten hacer un balance entre la intensidad agrícola y la reducción de su impacto ambiental.
Los factores de éxito de la bioeconomía
Para lograr un desarrollo de la bioeconomía se deben tener universidades de excelencia, crear compañías biotecnológicas –si se hace una búsqueda de este tipo de empresas por países, Estados Unidos tiene 36 compañías biotecnológicas; Alemania tiene 17 empresas inscritas desde su territorio, Bélgica tiene 10– pero en la región latinoamericana no existe aún una compañía nacional que desarrolle este tipo de tecnologías. Hay países que están liderando estos estudios en la región como Brasil y Cuba, que han hecho una gran inversión en biotecnología. En Ecuador, en cambio, todavía no hay una sola empresa inscrita para este desarrollo tecnológico. Esa es una de las cosas primordiales por la que se debe luchar en el país, pues hay que introducir productos al mercado y una vez que se lo haga se los puede exportar. Para ello se requiere una fuerza laboral capacitada y, por su puesto, que todo eso lleve a mejorar el estándar de la calidad de vida.
Si se cumplen con estos requisitos, entonces se podría empezar a hablar de la exportación, revalorización de recursos naturales con alto valor agregado; pero para lograrlo es importante contar con una legislación adecuada en el país. En octubre de 2016 la Asamblea Nacional aprobó el Código Ingenios, que regula el acceso a los recursos médicos y los investigadores tienen que adaptarse a esa coyuntura regulatoria del país. Aún falta mucho camino por recorrer para lograr una exportación de recursos naturales con alto valor agregado. Es decir, que haya un procesamiento, como un know how biotecnológico asociado a esos proyectos, pero por algo hay que empezar.
Uno de los principales campos temáticos para el desarrollo biotecnológico es la bioinformática, sin embargo se trata de una carrera que no existe en Ecuador, pero la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), en asociación con la Universidad de las Américas (UDLA) está empezando ese primer esfuerzo. En las próximas semanas se terminará la formulación de un programa interinstitucional de Maestría en Quimio-Bioinformática. Además, la UTPL le apuesta a una maestría profesionalizante en Biotecnología y Producción, diseñada para la realidad del sector productivo agroindustrial del sur de Ecuador, en donde existen dificultades por la topografía de la región, existen sistemas productivos antiguos, baja eficiencia productiva, el objetivo está en crear una cultura biotecnológica en el país.
La UTPL tiene la incubadora de emprendimiento que ha sido premiada como la mejor incubadora en el país. Sin embargo, al país aún le falta trabajar en innovación. Los primeros pasos están dados en los sectores en donde el riesgo de innovación es manejable: en el sector digital, en lo que tiene que ver con aplicaciones móviles; así como en el sector de preparación de alimentos, pero, a pesar de ello, Ecuador aún no está preparado para innovar en biotecnología.
La biotecnología y el sector productivo
Como factores de éxito para la innovación en biotecnología se tienen la creación de nuevas empresas, la introducción al mercado de nuevos productos o expansión de empresas que ya están establecidas hacia el campo biotecnológico. El capital necesario para empezar una innovación en biotecnología no es subestimable. Si bien la innovación en estos campos digitales pudiera tener un capital semilla de USD 50.000; para una innovación en biotecnología se necesitarían más o menos USD 200.000. Evidentemente se requieren actores establecidos que se unan con la academia para llevar el tema adelante.
Se podría pensar que sean las empresas de otros países las que fomenten sus semillas en Ecuador, pero eso es arriesgado, porque -por ejemplo- la biotecnología aplicada en Europa es diferente a la realidad de Ecuador.
La innovación biotecnológica tiene tres campos fundamentales: la industria farmacéutica, que es la principal apuesta de este tipo de innovación en Europa, un segundo campo es la generación de nuevos productos químicos, de origen orgánico, por ejemplo para la industria de alimentos y una tercera opción es el fomento de la producción agrícola.
En Ecuador, la industria farmacéutica es deprimida y no está en capacidad de importar estándares de innovación biotecnológica de Europa y Estados Unidos, pero el reto y la ventaja está en que Ecuador puede crear estas condiciones. La UTPL está generando todo un acercamiento con compañías establecidas ya en el país: una de ellas produce derivados de la industria de lácteos, en donde se están desarrollando proyectos de innovación biotecnológica para obtener determinados aditivos y lograr la producción de alimentos funcionales, alimentos que además del nivel nutricional impacta a la salud humana.
Un segundo eje de trabajo con al industria tiene que ver con la parte farmacéutica. Específicamente se está trabajando en la producción de nuevos candidatos vacunales para salud animal usando biotecnología. La idea de esto es acercar la realidad del sector productivo del país con la academia, sin importar esquemas de grandes potencias como Estados Unidos o la Comunidad Europea. Pues, las empresas establecidas, que tienen capital pueden asumir los riesgos asociados con la innovación biotecnológica, pero tiene que surgir la idea en Ecuador y debe surgir de esa realidad, no importar esquemas –aunque sean muy exitosos- pero que no se apliquen a la realidad del país.
Es importante saber que en Ecuador existe la alianza para el emprendimiento y la innovación AEI, en donde hay todo un ecosistema de innovación. Hace dos semanas en Quito se realizó la semana de la Innovación en la que la UTPL fue una de las 47 empresas que se reunieron para discutir sobre el ecosistema de innovación del país. Ese ecosistema está focalizado en ciertas ramas, pero, lamentablemente, la biotecnología (por ahora) está fuera de esos temas. A la academia le compete llevar la biotecnología a ese ecosistema de emprendimiento y contribuir a la sociedad en la formación de una nueva fuerza laboral capacitada con programas de posgrados.
En el acercamiento con la empresa privada para hacer innovación biotecnológica el principal cuerpo teórico pasa por las tecnologías de ingeniería genética, que todo el mundo la conoce como la producción de transgénicos, fue impresionante cuando se hizo, desde la academia, las propuestas a las empresas y al mencionar la palabra transgénico, se bloqueó totalmente el proceso. Es decir, hay un temor a la utilización de los transgénicos que está frenando la innovación en biotecnología. Es necesario romper esa inercia cultural. Este proceso es similar al que se hace cuando se va al supermercado y se compra un jamón, en la la etiqueta dice: contiene transgénicos. ¿Por qué la gente lo consume y no tiene temor? Cuando se habla de innovación biotecnológica y al escuchar que se va a usar transgénesis, entonces existe un bloqueo.
Hay un temor a la utilización de los transgénicos que está frenando la innovación en biotecnología. Es necesario romper esa inercia cultural. Este proceso es similar al que se hace cuando se va al supermercado y se compra un jamón, en la etiqueta dice: contiene transgénicos.
La innovación biotecnológica también pasa por un cambio cultural, como cualquier proceso innovador, y el tema de los transgénicos es una asignatura pendiente que tiene nuestra sociedad de dar ese paso, de no tener temor a la tecnología que nos permita tener ese cambio cuantitativo de alcanzar la bioeconomía.
En ese sentido, hay que tener claro tres cosas: en primer lugar ¿hacia dónde debe ir la biotecnología? La respuesta es: hacia el alcance de la bioeconomía. El segundo es ¿se tiene que importar esquemas preestablecidos de otros países? Aunque sus historias sean muy exitosas como por ejemplo Europa, Estados Unidos que tienen una innovación biotecnológica enfocada a ciertas áreas como medicina personalizada, medicamentos específicos para cada paciente, no, no se debe empezar por ahí, se debe empezar por otras tendencias de la biotecnología como la generación de nuevos productos, la producción agropecuaria. Un tercer momento es preguntarse ¿qué falta en el país para hacer innovación? La idea es ser parte de ese ecosistema de innovación que está muy enfocado en otras áreas en donde el manejo del riesgo de capital es más controlado, por ejemplo la innovación de alimentos, educativa, en tecnologías digitales… eso es lo que pequeñas empresas con capital semilla pueden hacer.
Conseguir capital semilla para la innovación tecnológica es complicado, pues no son montos manejables para un grupo de emprendedores; un grupo de emprendedores puede hacer una nueva bebida, por ejemplo como lo hizo la UTPL, pero ¿cuánto capital semilla se requiere para hacer una aplicación de movilidad urbana de taxis? Quizá no mucho comparado con un capital semilla para generar un emprendimiento biotecnológico que produzca bioinsumos para reducir la importación de urea en el país. La magnitud es diferente. Entonces, ese tercer momento es cómo debe madurar la sociedad también, la misión de las empresas para apoyar el emprendimiento en biotecnología que maneje unos fondos semilla mucho más grandes. Entonces, se tiene un bloqueo social-cultural que es la innovación biotecnológica que pasa por el uso de estas tecnologías de la ingeniería genética. Eso se confunde con la liberación de transgénicos en el ambiente y se ha tenido un bloqueo regulatorio.