Hoy en día, la atención es, junto al tiempo, uno de los recursos más escasos y preciados de los que disponemos. En un entorno mediático donde la inmediatez y la superficialidad definen gran parte del contenido, persiste la noción de que el contenido educativo resulta aburrido para las audiencias más jóvenes. Sin embargo, una investigación realizada por docentes de la UTPL y la Universidad Autónoma de Barcelona, que pone el foco en los educadores latinos de Instagram, nos muestra otra realidad.

El término edugrammer hace referencia a educadores, profesionales y académicos que han sabido adaptar su vocación para conectar con audiencias más amplias y diversas a través de Instagram. Su credibilidad se fundamenta en su especialización, garantizando un contenido riguroso y de calidad. Ana María Beltrán, directora del Departamento de Ciencias de la Comunicación y coautora del estudio, opina que estas prácticas dibujan “un nuevo perfil de educador” que no busca suplantar al docente tradicional, sino que funciona como un complemento dentro del ecosistema del conocimiento. Estos creadores de contenido han transformado las redes sociales en aulas virtuales, rompiendo con la rigidez del aprendizaje tradicional. A través de microlecciones dinámicas y visuales, ofrecen conocimiento accesible en cualquier momento y lugar. Al respecto, Diana Rivera, decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Educación y Humanidades de la UTPL y coautora del estudio, señala que “aprovechando la riqueza que puede ofrecer el entorno digital, el profesor capacitado y formado podría considerarlo como una herramienta más para el aula”.

El aula tradicional ya no es el espacio principal para los jóvenes; ahora, su entorno ‘por excelencia’ son las redes sociales como TikTok e Instagram.

Diana Rivera, decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Educación y Humanidades de la UTPL

El aula en el bolsillo

El surgimiento de los edugrammers es parte de una tendencia global que está redefiniendo la educación. El aprendizaje móvil a través de microcontenidos (videos breves, infografías y tutoriales) se ha consolidado como el formato preferido en plataformas digitales, creando comunidades de aprendizaje donde los usuarios colaboran, comparten recursos y discuten ideas.

La pregunta sobre el verdadero alcance de estas plataformas es central. ¿Pueden las redes sociales reemplazar el aula? Diana Rivera responde de manera categórica: “no”. Sin embargo, enfatiza que estas plataformas sí tienen un valor significativo como recursos complementarios, integrándose dentro de la amplia gama de herramientas pedagógicas que el docente puede emplear para enriquecer la enseñanza y favorecer el aprendizaje activo.

Sin embargo, Ana María Beltrán argumenta que no se puede subestimar su impacto, pues estas plataformas ya son parte de nuestro entorno sociocultural. “Educar en redes no significa que sea el único medio, ni el central, sino que debemos incluir estos dispositivos en la ecuación. No podemos dejarlos de lado”, afirma. El objetivo, señala, es que los mensajes educativos puedan “permear también a través de estos entornos”.

Contenido “aburrido”

Uno de los mayores triunfos de los edugrammers ha sido desafiar la idea de que lo educativo no puede ser entretenido. Diana Rivera aborda esta percepción común: “la gente asocia lo educativo con lo aburrido, y no necesariamente es así”. Ana María Beltrán refuerza esta idea: “lo educativo no tiene por qué ser aburrido, si no, no educa”. El éxito de estos perfiles demuestra que un diálogo pedagógico bien mediado y motivador es muy bien acogido por las audiencias digitales.

La clave, según la investigación, reside en una “gramática pedagógico-visual” propia de Instagram. Para que el mensaje sea efectivo se transforma usando tácticas para captar la atención: se diseñan los videos con una edición dinámica y textos que resaltan lo importante, se escribe un texto que invita a participar con preguntas y llamados a la acción, y se aprovecha herramientas de la plataforma, como la música en tendencia, para aumentar el alcance del contenido. Esta gramática también implica la construcción de una identidad visual a través de paletas de colores definidas y tipografías legibles que facilitan el reconocimiento y refuerzan la marca personal del educador.

Tomemos el caso del perfil chileno @soycienciaycocina. Este edugrammer descompone conceptos científicos complejos y los aplica a la cocina de una manera visualmente atractiva y fácil de entender. Sus reels combinan videos de alta calidad de recetas con explicaciones claras, a menudo utilizando primeros planos para mostrar detalles relevantes. Mantiene una identidad visual coherente con tipografías y colores consistentes. El propio creador aparece en pantalla, explicando los procesos con un tono cercano e informal, lo que genera confianza. Además, utiliza subtítulos para reforzar los puntos clave y música de fondo para dinamizar el contenido, adaptando perfectamente un tema académico al lenguaje rápido y visual de Instagram.

De manera similar, la peruana @anecnotes.medic transforma la densa información de la carrera de Medicina en contenido accesible. Utiliza sobre todo carruseles con apuntes digitales estéticamente organizados, empleando diagramas claros y una paleta de colores pastel para hacer que temas complejos como la Farmacología o la Anatomía sean menos intimidantes. Su enfoque “de estudiante a estudiante” crea una comunidad fuerte, ofreciendo más que datos: empatía y motivación, con llamadas a la acción como “guarda este post para tu próximo examen”.

Por tanto, no se trata de trasladar una clase magistral a un video, sino de adaptar el mensaje. Los edugrammers entienden que luchan por atraer a la audiencia en un entorno altamente competitivo. “La atención en estas plataformas es mínima”, reconoce Ana María Beltrán, lo cual obliga a crear discursos educativos más dinámicos y concisos.

Ambas expertas coinciden en la importancia de la alfabetización mediática e informacional. La naturaleza de estas plataformas presenta riesgos pues, en palabras de Beltrán, un estudiante al entrar a la red se puede encontrar con “contenidos de poca calidad, negativos, que no forman, sino lo contrario”. Por ello, Diana Rivera sugiere que la solución es formar, no prohibir.

La universidad ante el espejo digital Las universidades, como espacios de pensamiento, tienen la responsabilidad de participaren esta conversación. No se trata de que cada docente se convierta en un creador de contenido, sino de reconocer que el aula ya no tiene fronteras. “En este ecosistema digital ya no hay barreras”, comenta Rivera. Es fundamental entender, como apunta Ana María Beltrán, que los estudiantes de hoy “son, en esencia, aprendices digitales. La literatura los cataloga así”, lo que hace necesario dialogar con ellos usando las narrativas de las plataformas que habitan.

No se trata de que el profesor sea un creador de contenido, sino de que aprenda de las estrategias de comunicación efectivas que estos perfiles utilizan para poder aplicarlas a la enseñanza.

Ana María Beltrán, directora del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UTPL

Los edugrammers representan una evolución en la forma en que se comparte y consume el conocimiento. Su éxito demuestra que las redes sociales son una oportunidad extraordinaria para enriquecer el ecosistema educativo.  El rol del docente como mediador, junto a su tarea de promover el pensamiento crítico, son claves para aprovechar su potencial y demostrar que el aprendizaje puede ser accesible, dinámico y profundamente humano. Beltrán ofrece una reflexión final: “si se quiere transformar vidas, también hay que transformar la educación”. Y aunque reconoce que estos esfuerzos a menudo están desarticulados, la realidad es que esa transformación ya está en marcha, publicación a publicación, en la palma de nuestra mano.

Periodista especializado en ciencia, documentalista, fotógrafo y diseñador, responsable de Cultura Científica - DIRCOM en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y co-editor y redactor de la Revista "Perspectivas de investigación". Magíster en Estudios de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación por la Universidad de Oviedo, Universidad de Salamanca y la Universidad Politécnica de Valencia y miembro de la Asociación Española de Comunicación Científica (AEC2). Entre los documentales que ha dirigido, destacan, "Páramos, donde nace la vida", "Lágrimas de vida" y "Café de Loja: Ciencia, Arte y Tradición".