Proactividad en plena pandemia para impulsar la universidad, ayudar a fortalecer el país y atender la demanda social de más y mejor formación. Todo, desde el reto de hacer transcender la misión de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) a las aulas, a la investigación y a la vinculación. Este es, en síntesis, el balance que Santiago Acosta, rector de la UTPL, hace para hablar de todo el esfuerzo de los últimos meses para combatir la pandemia cuidando al personal administrativo, al docente e investigador, al alumnado y a la institución a la vez.
¿Cómo afrontó la UTPL el impacto de la pandemia en 2021?
Para mí lo importante en este último año de pandemia es que la universidad no se ha detenido debido a los trastornos que la propia emergencia ha provocado en el sentido del trabajo presencial. La universidad ha recuperado parte de la presencialidad, sobre todo en las actividades docentes y administrativas, y ha seguido creciendo.
¿Ampliando la oferta?
Hemos ampliado, sobre todo, nuestra oferta en posgrado. Hemos creado dos nuevas unidades académicas. Una es la escuela de negocios EDES, que tiene su sede en Quito, porque allí hay muchas empresas y es la ciudad económicamente más activa de todo el país. Esta escuela se había dedicado sobre todo a educación continua y a servicios de tipo empresarial, pero ahora con la Unidad Educativa EDES, que se creó en 2021 y tiene su sede en Loja, podemos ofrecer maestrías con un perfil muy específico, orientado a los gerentes de empresas y personas que desempeñan su trabajo en el sector comercial, empresarial e industrial.
¿Y la otra unidad?
La otra unidad educativa que hemos creado es UTPL TEC. Es una unidad de carreras de tipo técnico y tecnológico, pero a distancia. Es algo único en Ecuador pues en el país toda la oferta tecnológica y técnica es presencial y la nuestra comienza siendo a distancia: eso no significa que en algún momento no vaya a ser presencial, podría serlo, pero queremos optar tanto por una modalidad novedosa en este nivel por lo menos, como por títulos que sean innovadores. No se trata de competir con los institutos técnicos y tecnológicos, que en el país son 150 o más, sino que se trata de complementarnos, de hacer una oferta muy atractiva que mire sobre todo a la empleabilidad.
¿Además de la oferta académica, qué ha cambiado en este año?
Además de la ampliación de la oferta de posgrado está el desarrollo que ha habido en las tres líneas estratégicas que la universidad trazó a inicios del año pasado en el nuevo plan estratégico: misionalidad, educación virtual e innovación y emprendimiento. En todo ello, aunque tal vez no con la celeridad, rapidez y dinamismo que hubiese permitido el trabajo presencial, ha habido un avance significativo de manera que integralmente la universidad no se ha detenido, y prueba de ello es que en la educación a distancia no ha habido un descenso global de estudiantes y buena parte de este hecho obedece a dos factores: uno, que se ha logrado mayor retención de estudiantes, hemos bajado la tasa de abandono; y segundo, que la universidad ha alcanzado una cifra histórica en la asignación de becas, por casi 19 millones de dólares, inclusive más que en el año 2020 que ya fueron 15 millones de dólares. Eso para mí es muy reconfortante.
“LA UTPL VIVE EN SU ESPÍRITU SU MISIÓN Y VISIÓN, PERO SE TRATA DE QUE ESTE SE PLASME EN LA INVESTIGACIÓN, LA DOCENCIA Y LA VINCULACIÓN”.
Ha sido una respuesta de proactividad en la universidad, pero también de proactividad social…
Sí, yo creo que la gente ha visto que, en un tiempo de dificultades económicas y sanitarias, cuando se ve que los escenarios cambian, que no se sabe qué tipo de certezas podemos tener para el futuro, la mejor inversión es seguir estudiando. Sí, yo creo que esa ha sido una respuesta muy positiva de la sociedad.
¿Los retos de la UTPL han variado con la pandemia?
Para mí, los retos que tenemos están recogidos por las líneas estratégicas. Yo creo que son líneas bien pensadas. En misionalidad, creo que el reto es que nuestra investigación, nuestra vinculación y nuestra docencia recojan cada vez más el propósito institucional. Es un gran reto, porque uno puede proclamar una misión y una visión, pero lo complicado es que esa misión y visión deriven en las actividades fundamentales de la universidad.
¿Y la UTPL ha conseguido que así sea?
La UTPL vive en su espíritu su misión y visión, pero no se trata solo del espíritu, sino de que este se plasme en las investigaciones, en las actividades de vinculación, en el tipo de docencia que hacemos. Por ejemplo, un logro también del año pasado, que se convierte en un reto, es que hemos reformado nuestra estructura académica, hemos creado facultades y hemos cambiado la nomenclatura de áreas académicas a facultades porque es una nomenclatura más universal. Se ha creado una nueva facultad, la de Ciencias de la Salud, se la ha separado de la antigua área Biológica y se ha cambiado las denominaciones de las facultades. Eso también nos impulsa a pensar, por ejemplo, en misionalidad, en qué proyectos nuevos de vinculación y de investigación puede organizar esta facultad.
“VEO A LA UTPL COMO UN REFERENTE EN LA ARTICULACIÓN CON LA SOCIEDAD, LA EMPRESA, LOS ACTORES SOCIALES…”
¿Y en qué están pensando?
A la decana y su equipo les decía que se me ocurren dos proyectos, que no son exactamente nuevos, pero que sería fabuloso que la facultad plantease y llevase a cabo pues tienen derivaciones para la docencia, la investigación y la vinculación. Son un proyecto de humanización de la Medicina y un proyecto de cuidados paliativos.
Los dos están relacionados
Sí, cuidados paliativos porque en Ecuador ya se está planteando el tema de aborto, y nosotros pensamos qué opciones damos a un país donde, en el discurso político, se empieza a discutir la posibilidad de ampliar las causales de aborto. También se empieza a hablar de eutanasia. Cuidados paliativos tiene que ver más con eutanasia que con aborto, y no es que haya una iniciativa legislativa firme sobre la primera, pero se está discutiendo.
Frente a la eutanasia, entonces, qué alternativas tenemos. Ahí contamos con los cuidados paliativos, el acompañamiento en la fase terminal de la vida, el tratamiento del dolor. Si no hay alternativas, puede surgir como única opción la eutanasia que, desde mi punto de vista, no es una opción humana: es más humano acompañar al enfermo, ayudarlo a tener una muerte digna en la que se le proporcione los cuidados paliativos y la disminución del dolor, que le ayuden a encarar la etapa final de la vida, en paz con la propia vida, consigo mismo y con los ritmos propios de la naturaleza. Todo esto no es sino para decir que la misionalidad es algo que tenemos que concretar más. Lo veo como un reto enorme.
¿Poner en práctica la misión de la UTPL a través de la docencia?
Que nuestro ejercicio docente responda cada vez más a la forma ideal de cómo queremos encarar el trato educativo en la universidad: un trato de respeto, de ayuda, donde el profesor no solamente es un facilitador de aprendizajes. Hoy en día hay tantas oportunidades y tantos recursos que es imposible que el profesor sea la única fuente de conocimiento y de información.
El docente tiene que facilitar, pero es más que un facilitador, es un formador. Tiene que formar al estudiante y, desde nuestro punto de vista misional, la forma de tratarlo es la manera cómo el profesor da forma a la actuación del estudiante, cómo le ayuda a formar su personalidad y su vida en un ámbito de libertad claro, no de imposición, y esto se tiene que traducir también en los otros aspectos.
¿Lo mismo en la educación digital?
El reto para mí es que, de todas las experimentaciones que hemos hecho por la pandemia, por ejemplo, tanto en modalidad presencial como a distancia, qué lecciones podemos sacar, cómo lograr que no sean aprendizajes que pasen desapercibidos cuando recuperemos la normalidad. No sé si la nueva normalidad será igual a la anterior, pero hay mucha gente que está pensando que, tan pronto como recuperemos la normalidad, en la educación volvamos exactamente a lo mismo que teníamos antes.
¿Y no hemos aprendido nada?
Las herramientas digitales tienen que ayudar a transformar también la educación presencial, pero no es que vayan a hacer desaparecer la educación presencial. Nadie piensa en eso, pero que se tiene que transformar. Yo creo que sí.
¿Por eso se propone innovar y emprender?
Esa es la otra línea estratégica: emprendimiento e innovación: cómo podemos seguir impulsando la innovación en lo académico, en lo social, en lo productivo, en la generación de empleabilidad para los estudiantes… A mí me interesan todas las innovaciones, pero me interesa especialmente la académica, porque si no innovamos desde el punto de vista académico nos quedamos atrasados.
¿Y el emprendimiento?
El emprendimiento también. La UTPL tiene que ser una universidad emprendedora porque enseña a los estudiantes -por decir lo menos- a tener mentalidad o como forja una mentalidad emprendedora. Aunque sabemos que no todos van a ser emprendedores, el reto es darles las herramientas y las habilidades para forjar una mentalidad de emprendimiento que podrán llevar a cabo en su vida tarde o temprano. Eso es lo tiene que hacer la universidad. Y, luego, dar oportunidades para generación de empresa, de startups o empresas emergentes por parte de los estudiantes, empresas derivadas a spin off en las que intervengan profesores y estudiantes como relacionamiento con el mundo de la empresa. Son los grandes retos para este año.
Usted habla de visión y de acción a largo plazo para sentar las bases para transformar la UTPL y ayudar a construir un futuro país. ¿Es así?
Sí, esa es otra de las líneas que nosotros llamamos innovación social en un sentido muy amplio. Cuando me reúno con los colaboradores, con los decanos, con profesores, con el equipo rectoral, siempre les digo cuál es nuestra propuesta como universidad para el desarrollo del país porque en los territorios de Ecuador hay cada vez más consciencia de iniciativa y de dinamismo. Ecuador es un país en el que la mayor concentración de talento está en Quito, Guayaquil y Cuenca y, por tanto, la mayor inversión económica de los gobiernos está en esas tres ciudades. ¿Cómo podemos ayudar a romper este esquema? Debemos tener una propuesta de país desde los territorios.
¿Desde la universidad qué se puede hacer?
La universidad está obligada a plantear a los actores sociales su propuesta de desarrollo. Y nuestra propuesta pasa, primero, por un desarrollo desde el territorio y por la gestión inteligente de los territorios, es decir combinar tecnología, datos, gestión y conocimiento. Esa sería la propuesta de la universidad.
¿Y mirando hacia dentro?
Hay otros proyectos internos que son parte de las líneas estratégicas. Son proyectos institucionales con los que queremos articular un sistema interno de gestión de la calidad, poniendo en marcha un sistema interno de gestión de la calidad de las carreras. Esto, unido a la calidad institucional.
Hay además un proyecto de mejora de nuestro sistema de educación continua: queremos poner en marcha, y ya estamos trabajando en ello, un proyecto de gestión del conocimiento integral de la institución y también en la transformación digital de toda la universidad. Queremos mejorar, ajustar nuestro modelo de educación en línea; también queremos seguir impulsando nuestro proyecto de generación de emprendimientos: ya hemos incorporado los emprendimientos creativos, pero tenemos que seguir impulsando esto al resto del país; y queremos seguir caminando en el relacionamiento de la universidad y empresa a través de nuestro Parque Científico. Estos son parte de los proyectos que tiene en marcha la universidad, los cuales se articulan con las líneas de desarrollo estratégico.
En concreto, para que esa transformación tenga los estándares de calidad más elevados, ¿qué se ha hecho o qué se está haciendo?
Nosotros, en modalidad presencial y a distancia, hemos impulsado la gestión de la innovación académica. Me explico: en todas las universidades hay profesores que son innovadores, que son dinámicos, inquietos y creativos, pero eso no es suficiente para incidir en la calidad de la educación porque estos profesores a veces son los llaneros solitarios, haciendo lo que pueden en medio de grandes dificultades, porque no tienen reconocimiento, no tienen recursos, etc., desde la época del rector anterior venimos haciéndolo, pero lo que a mí me interesa es seguir impulsando la innovación académica a través de la formación docente, y no escatimar inversión en la formación de los docentes. Hemos invertido mucho y ahora lo que tenemos que hacer es optimizar.
¿Por eso la propuesta es impulsar comunidades de aprendizaje?
A mí me gustaría que en la UTPL se extendiese. Es algo que ya hemos puesto en marcha. Las comunidades de aprendizaje son grupos de profesores que comparten herramientas, se ayudan, se hacen observaciones sobre su forma de enseñar, se hacen sugerencias, propuestas… En definitiva, que los profesores rompan el modo aislado de trabajo que ha sido tradicional en el docente universitario y comencemos a trabajar en equipo en la mejor academia.
¿En ese empeño de consolidación está mantener a la UTPL en primera línea en resultados de investigación?
Sí, eso es fundamental porque cuando hablábamos sobre qué propuesta de desarrollo territorial tenemos, uno de los ejes es el conocimiento del territorio. Sin la investigación aplicada al territorio, además de la investigación básica, yo no veo ningún conflicto entre las dos, puesto que sin generar conocimiento acerca del territorio, difícilmente podremos articular una propuesta de desarrollo del país. La investigación es clave, es básica.
¿Dónde y cómo ve a la UTPL en una década?
Yo la veo como una universidad a la vanguardia de la docencia y del aprendizaje, con el uso de enfoques didácticos y de herramientas tecnológicas, sobre todo en el ámbito de la virtualidad. La veo también como una institución que lidera la discusión y la puesta en práctica de herramientas de gestión de la calidad de la enseñanza. La veo como una universidad referente en la articulación con la sociedad, entendiendo por sociedad la empresa, el gobierno, los actores sociales… En síntesis, una universidad cada vez más vinculada.
Esta entrevista forma parte de la Revista Perspectivas de Investigación, edición #63, correspondiente a los meses febrero-marzo 2022. Si quieres acceder a la revista completa clic aquí.