Eduardo Valarezo Valdez, recientemente galardonado como Investigador Destacado del Ecuador, comparte la visión que ha definido su carrera: la ciencia solo alcanza su verdadero propósito cuando sirve a la sociedad. Para Valarezo, la investigación no puede ser un acto aislado, sino que debe ser una herramienta aplicada, colaborativa y tangible, capaz de “transformar realidades”.
Con una trayectoria respaldada por más de 60 artículos científicos, 43 proyectos de investigación y 20 resultados de propiedad intelectual, además de ser autor de libros, capítulos y actas científicas, Eduardo Valarezo Valdez docente investigador y director del Departamento de Química de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) fue reconocido como Investigador Destacado del Ecuador en los CEDIA Awards 2025, organizados por la Corporación Ecuatoriana para el Desarrollo de la Investigación y la Academia (CEDIA). Su carrera se distingue por un profundo compromiso con la generación de conocimiento, la innovación científica y el fortalecimiento del ecosistema académico nacional.
Pregunta (P): ¿Qué significado este reconocimiento?
Respuesta (R): El reconocimiento es bueno porque permite alcanzar visibilidad de lo que se está desarrollando; del aporte que se brinda a la sociedad, a la ciencia; del trabajo de los científicos en los diferentes campos y la necesidad de que más personas generen ciencia, que investiguen.
Más allá de un logro individual, este galardón evidencia la importancia de la investigación aplicada y su impacto directo en la sociedad, especialmente en territorios donde el conocimiento científico se traduce en bienestar y desarrollo sostenible. Este reconocimiento no es solo mío, es de la comunidad, del trabajo en equipo. Reafirma el compromiso de la academia ecuatoriana con la investigación que transforma realidades, aquella que une ciencia y humanidad para construir un futuro más sostenible.

P: ¿Cuál es el punto de partida en su vocación científica? ¿Existió algún momento clave o persona que le impulsó en este camino?
R: El impulso inició en la UTPL donde obtuve mi título en Ingeniero Químico y fui reconocido como mejor egresado de mi promoción. A partir de este primer e importante paso, se consolida la base de una carrera científica firme y trascendente que incluye una formación de cuarto nivel con el doctorado en Ingeniería Química en la Universidad de Salerno (Italia), lo que representó un desafío, por el idioma y por tratarse de un nuevo país.
Mi trayectoria ha estado marcada por más de cuarenta proyectos, numerosas publicaciones, patentes y desarrollos tecnológicos, con énfasis en investigaciones ligadas a aceites esenciales. Es por eso que, desde mis inicios como estudiante hasta la actualidad en la investigación y gestión, he tenido la oportunidad de liderar iniciativas que combinan innovación, docencia y vinculación con la sociedad, resaltando que la docencia y la innovación siempre van de la mano.
P: ¿Cuáles considera que son los hitos más relevantes de su carrera académica y científica?
R: Mi investigación y trayectoria se ha ligado a la extracción y aplicación de aceites esenciales, transcendiendo desde los laboratorios para impactar en las comunidades, promoviendo de esta manera el uso sostenible de la biodiversidad ecuatoriana. A través de este trabajo, la UTPL ha logrado articular un modelo colaborativo que integra a la universidad, al Estado, la empresa privada y la comunidad, generando valor económico, ambiental y social.
En mi carrera también debo reconocer que llegué a este camino por motivación familiar, pero en poco tiempo descubrí que me apasionaba, además de contar con mentores que me enseñaron que el camino en ciencia e investigación como científico, es una profesión que merece respeto, y en la que la confianza y colaboración son necesarias y esenciales para avanzar.
Entre los hitos de mi carrera destaco mi formación en doctorado en Italia, donde viví un cambio profundo en mi manera de entenderla ciencia. Mi profesor nos dictaba clases no tradicionales, contaba problemas reales y cómo los solucionaba. Ahí comprendí que la ciencia está viva, que nace de las preguntas y se fortalece en la colaboración. La investigación no puede hacerse aislada, necesitamos conectar con la sociedad, con las comunidades para lograr que el conocimiento se transforme en algo útil, tangible, que mejore la vida de las personas. Uno de los hitos más importantes para mí fue comprender que el fin de la universidad es el servicio a la sociedad. Esto sucedió cuando tuve la oportunidad de ser director y creador de la carrera de Ingeniería Industrial de la UTPL. En ese proceso me di cuenta de la importancia del vínculo con la sociedad.
La investigación no puede hacerse aislada, necesitamos conectar con la sociedad, con las omunidades para lograr que el conocimiento se transforme en algo útil, tangible, que mejore la vida de las personas.
Eduardo Valarezo Valdez, director del departamento de Química de la UTPL
P: Con base en estos reconocimientos, ¿cuáles son los siguientes desafíos y oportunidades?
R: Hoy, desde mi rol en la gestión universitaria, mi proyección está puesta en seguir impulsando la investigación aplicada y en fortalecer las capacidades de los nuevos investigadores. Mi enfoque actual es que los científicos del departamento crezcan profesionalmente, que sus proyectos sigan generando impacto. Continuamos trabajando con aceites esenciales, pero ahora queremos dar un paso más hacia su aplicación industrial y hacia la valorización de nuestra biodiversidad.
P: ¿Qué oportunidades le ha brindado la investigación relacionada a aceites esenciales?
R: La línea principal de investigación se centra en el estudio y la aplicación de aceites esenciales, un campo en el que he desarrollado la mayoría de mis publicaciones, patentes y procesos de innovación. Este trabajo, además de su aporte científico, se distingue por su enfoque aplicado y su impacto social, al generar soluciones concretas para comunidades y sectores productivos del país. En este sentido se destaca que la ciencia no puede realizarse de manera aislada, considerando que pierde su sentido si no se conecta con la sociedad. Por eso, a través de este tipo de proyectos se promueve el trabajo conjunto entre la universidad y diversas comunidades, impulsando procesos de transferencia de conocimiento, desarrollo sostenible y revalorización de los recursos naturales. La investigación tiene que servir a la gente y por ello, hay que estar atentos a las oportunidades de colaboración, porque no siempre se presentan, y cuando lo hacen, debemos aprovecharlas para aportar al bienestar común.
Una de las grandes oportunidades para mí fue el proyecto de Palo Santo, que se trató de la extracción, caracterización y exportación de aceite esencial. Este proyecto, que nació del trabajo conjunto con la comunidad, me permitió ver el otro lado pues, siendo de la provincia, antes observaba cómo llegaban los técnicos e ingenieros con una visión externa, y ahora era yo quien llegaba para aportar con mis conocimientos, ayudar y aprender de las personas. Recuerdo con especial orgullo cuando se concretó la primera exportación de aceite de Palo Santo a Brasil.
Cada uno de estos hitos deja aprendizajes, relaciones y experiencias que forman parte del camino, no todas buenas, pero sí valiosas. También enfrentamos momentos difíciles, como la ruptura de un frasco de aceite valorado en miles de dólares, sin embargo, incluso esas pérdidas nos enseñaron algo y contribuyeron a nuestro crecimiento.
P: ¿Qué mensaje daría a las nuevas y futuras generaciones de profesionales que buscan involucrarse en la ciencia?
R: Para mí es importante resaltar que no siempre elegimos el camino. Muchas veces las circunstancias y las oportunidades nos conducen hacia él. Sin embargo, una vez que estamos en ese trayecto, lo esencial es avanzar con entusiasmo, con la convicción de que cada paso aporta a nuestro crecimiento personal y profesional. Estudiar nunca es un error porque el conocimiento no solo amplía nuestras capacidades técnicas, sino que también nos brinda claridad para tomar decisiones, nos ayuda a comprender mejor nuestro entorno y nos enseña a relacionarnos de manera más humana y empática.
Aprender transforma nuestra forma de mirar el mundo, nos invita a cuestionar, a proponer, a crear y a construir soluciones. En definitiva, el conocimiento nos da libertad. Nos permite entender que cada experiencia, inclusive la más difícil, puede convertirse en una oportunidad para crecer y aportar algo valioso a la sociedad. Por eso, a las nuevas generaciones les diría que se acerquen a la ciencia con pasión, curiosidad y compromiso. Que no teman a los desafíos, porque en cada reto hay una oportunidad de descubrimiento. La ciencia es un camino profesional, pero también es una forma de contribuir al bienestar colectivo y dejar una huella positiva en el mundo.

Eduardo Valarezo Valdez.
Ingeniero Químico por la Universidad Técnica Particular de Loja. Doctor en Ingeniería Química por la Universidad de Salerno, Italia. Docente universitario de la Universidad Técnica particular de Loja. Docente invitado de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo y de la Escuela Superior Politécnica Agropecuaria de Manabí. Experiencia de 20 años como docente investigador. Su principal campo de investigación e innovación son los aceites esenciales. Participación en 43 proyectos de investigación, innovación y desarrollo, 16 como director.











