Mientras el cambio climático intensifica las lluvias y agrava las sequías, en la ciudad de Loja, al sur de Ecuador, un grupo de científicos trabaja a contrarreloj para anticiparse a las tragedias. Con sensores, radares y mapas de riesgo en tiempo real, la UTPL lidera el desarrollo de un sistema de alerta temprana que podría marcar la diferencia entre salvar vidas o contar víctimas.
Ecuador es uno de los países andinos con mayor exposición a fenómenos hidrometeorológicos extremos debido a su compleja geografía y al impacto del cambio climático. Según informes del Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias (SNGRE), cada año se registran decenas de emergencias asociadas a lluvias intensas, saturación de suelos y crecidas repentinas de ríos. Estas condiciones han evidenciado la necesidad urgente de contar con sistemas de alerta temprana eficientes que permitan anticipar los desastres y reducir los impactos en comunidades vulnerables, convirtiendo la prevención en una prioridad nacional.

En el Ecuador la gestión de riesgos sigue atrapada en la lógica de la reacción. La reconstrucción llega después de las pérdidas, cuando ya es demasiado tarde.
Fernando Oñate-Valdivieso, coordinador del grupo de investigación en Hidrología y Climatología de la UTPL
Las afectaciones por lluvias entre el 1 de enero al 3 de junio de 2025 se han localizado en las 24 provincias del país, afectando a 213 cantones con presencia de deslizamientos (41,45%) e inundaciones (36,86%) como las más frecuentes. Así lo público el portal Primicias.
Ante este escenario, la gestión de riesgos en Ecuador sigue atrapada en la lógica de la reacción. La reconstrucción llega después de las pérdidas, cuando ya es demasiado tarde, pese a que existen proyectos gubernamentales nacionales y locales, según indica Fernando Oñate-Valdivieso, coordinador del Grupo de Investigación en Hidrología y Climatología de la UTPL.
Ante la problemática detectada, el equipo de científicos de la Universidad Técnica Particular de Loja lidera un proyecto que apuesta por la anticipación, con el desarrollo de un sistema de alerta temprana para detección de inundaciones y deslizamientos que permita tomar decisiones estratégicas para salvar vidas, principalmente, e infraestructuras.
Este proyecto se basa en tecnología de radar meteorológico, sensores, estaciones climáticas y datos históricos, y se encuentra en fase piloto en el cantón Loja. “La idea del proyecto es establecer zonas vulnerables y, con nuestros equipos, determinar umbrales de precipitación que activen las alertas en tiempo real”, explica Oñate-Valdivieso.
El experto agrega, “queremos evitar que se repitan tragedias. En Loja ya hemos tenido desbordamientos de ríos, muertes por deslizamientos y pérdida de infraestructura. No es una afectación masiva, pero sí significativa”.
El proyecto que arrancó en octubre se desarrolla dentro del Grupo de Investigación en Hidrología y Climatología del Departamento de Ingeniería Civil de la UTPL, con la colaboración de otros grupos de investigación de varias líneas de acción: transporte, hidráulica, geotecnia y electrónica. Adicionalmente cuenta con el respaldo de grupos de investigación alemanes, norteamericanos y españoles.
“La línea de investigación es la de recursos naturales, pero también la de ordenamiento territorial, que es quizás la más relevante para este proyecto”, precisó Oñate-Valdivieso.
Aunque el trabajo recién comienza, ya se ha realizado levantamientos topográficos y se publicó un primer artículo académico sobre el estado del arte de los sistemas de alerta temprana, elaborado por el investigador Yasmani García.
Según la revisión científica publicada en el Congreso Mundial de Ingeniería Civil, Estructural y Ambiental (CSEE 2026), los sistemas de alerta temprana más exitosos son aquellos que integran tecnología, gobernanza y participación comunitaria. Su estudio identificó que muchos sistemas fallan porque se centran en sensores y algoritmos, pero descuidan la comunicación con la comunidad o carecen de respaldo institucional.
“Un sistema de alerta no tiene impacto si no llega a la comunidad”, recuerda Oñate-Valdivieso. Por eso, una parte crítica del proyecto es el diseño de planes de contingencia y difusión ciudadana.
Desde sirenas hasta mensajes de texto y capacitación técnica en los gobiernos locales, la UTPL trabaja para que el conocimiento no quede atrapado en las aulas.
Ciencia y tecnología para la prevención
A nivel climático, los datos no son alentadores. El especialista en climatología, Andreas Fries, también parte del equipo técnico, advierte que la provincia de Loja experimenta un escenario dual de calentamiento progresivo y eventos extremos cada vez más frecuentes.
“Está aumentando la temperatura, sobre todo en las noches y tardes. Vamos a tener más días calurosos, lo que afecta a ancianos, niños y al sistema de salud. Y al mismo tiempo, se intensifican las lluvias en temporada húmeda, y se agravan las sequías en época seca”, explica.
Esta combinación de lluvias intensas e inviernos más secos genera impactos directos en la agricultura, el abastecimiento de agua y la conectividad vial. De ahí la necesidad de prever, anticipar y actuar con herramientas científicas que traduzcan el riesgo en decisiones.
Por eso, el sistema en el cual se trabaja en equipo, en su etapa inicial, se alimenta de datos geográficos y meteorológicos para generar mapas de riesgo que pueden ser interpretados por autoridades como el ECU 911 o el COE provincial. La información, además, es accesible al público a través del visor climático de la UTPL https://clima.utpl.edu.ec/visor.html, en el cual se visualiza en tiempo real el estado del clima, la precipitación acumulada y el comportamiento de las estaciones, acotó Andreas Fries.
Fries añade que el Observatorio Climático de la UTPL ha desarrollado también una aplicación móvil para visualizar los datos en tiempo real, además de un manual público y gratuito para entender el funcionamiento de las estaciones. “Los datos están disponibles, pero hay que capacitar a las personas para que los puedan interpretar”, recalca.
De un piloto a una política pública Uno de los principales obstáculos que enfrenta el proyecto es la falta de una política nacional para sistemas de alerta temprana. “En Ecuador hay la política de reparar más que de prevenir”, afirma Oñate-Valdivieso. Aunque se ha generado colaboraciones con el INAMI y algunas municipalidades, la implementación nacional es limitada.

Los datos están disponibles, pero hay que capacitar a las personas para que los puedan interpretar.
Fernando Oñate-Valdivieso, coordinador del Observatorio del Clima de la UTPL
“No existe, al menos que se conozca, un plan nacional que diga que todos los sitios deben tener sistemas de alerta. Ni siquiera ciudades grandes los tienen”, indica.
En este contexto, el proyecto piloto de Loja cobra mayor relevancia. No solo porque ofrece resultados técnicos, sino porque demuestra que es posible desarrollar un sistema funcional con recursos limitados, siempre que haya voluntad y conocimiento.
Si bien hoy en día el sistema opera únicamente en el cantón Loja, ya se ha iniciado contacto con municipios como Célica y Zapotillo. Sin embargo, la visión de largo plazo es clara: convertir este modelo en una política pública replicable en zonas vulnerables del país.
“Loja es solo el inicio. Lo que buscamos es generar evidencia, obtener resultados y luego escalar a otras provincias. El país lo necesita”, afirma Fernando Oñate-Valdivieso. Ante los pronósticos de mayor vulnerabilidad climática, los investigadores coinciden: prevenir no es opcional, es una urgencia. Y mientras en el país aún se discute si vale la pena invertir en prevención, desde Loja la academia responde con datos, tecnología y acción concreta.











