La seguridad alimentaria es un asunto de vital importancia en el mundo porque está en riesgo permanente de deteriorarse más, según lo explica la Organización Acción contra el Hambre. Esto, debido a que, muchas personas no tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos para satisfacer las necesidades alimenticias para desarrollar una vida saludable.
Este panorama se agudiza de forma acelerada y con ello, estamos lejos que se cumpla el objetivo mundial marcado para el 2030 “hambre cero” expuesto por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Las causas son varias: la escasez de agua, la degradación de suelos, el cambio climático, el calentamiento global y se agrega un factor implícito en la sociedad, la urbanización, que en muchos países continua en aumento producto de la sobrepoblación, un fenómeno que en paralelo provoca daños al medio ambiente, destrucción de ecosistemas, hambre y disminución de la calidad de vida.
Con la urbanización se evidencia el cambio en “los sistemas agroalimentarios de forma que ya no podemos entender si consideramos las zonas rurales y las zonas urbanas separadamente”. La causa de las aglomeraciones de población rural-urbano con interacciones socioeconómicas indicen en los sistemas agroalimentarios, de forma negativa por la creciente oferta de alimentos baratos, con elevadas calorías y procesados que comúnmente se encuentran en zonas urbanas y la exclusión de los pequeños agricultores en la dinámica comercial. Por el lado positivo, favorece a la transformación de las economías que se denota con el acceso vial, zonas interconectadas. “Cada vez más las zonas rurales y urbanas son espacios menos separados por derecho propio” y más bien se fortalecen vínculos entre estas zonas lo que favorece a los sistemas agroalimentarios, así lo indica la ONU en el informe: “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, publicado en el año 2023.
En este sentido, Luis Rojas especialista en Economía Agroalimentaria y Medio Ambiente e investigador del Grupo Economía de Recursos Naturales, Agricultura y Medio Ambiente de la UTPL indica que, para que exista seguridad alimentaria se deben cumplir cuatro dimensiones: la disponibilidad, el acceso, la utilización y la estabilidad. “La disponibilidad tiene que ver con la oferta de alimentos y se la consigue con la producción agrícola local y nacional y con la importación de alimentos. El acceso tiene que ver con los recursos disponibles que cuenta la población para adquirir los alimentos. La utilización tiene que ver con la calidad de alimentos que consumen las familias en su dieta diaria. La estabilidad se refiere a la capacidad de contar alimentos inocuos de forma sostenible”.
Así también, Rojas señala que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su informe publicado el año 2023 calcula que en los últimos 30 años se ha perdido una producción agrícola y ganadera por valor de 3,8 billones de USD debido principalmente a desastres naturales. Esto sin duda pone en riesgo la seguridad alimentaria. Para el año 2022 entre 691 y 783 millones de personas pasaban hambre en todo el mundo, siendo las más afectadas Asia Occidental, el Caribe y todas las regiones de África.
En Ecuador, la seguridad alimentaria no presenta índices favorables. Según un informe proporcionado por la FAO: 6,6 millones de ecuatorianos no tienen facilidades para la adquisición de alimentos. De este grupo, lo sufren de forma moderada 4,3 millones de personas y de forma severa 2,3 millones. Estos datos posicionan al Ecuador como el tercer país con mayor inseguridad alimentaria después de Argentina y Perú.
La inseguridad alimentaria en territorio va ligada a los temas de salud con factores de riesgo como el aumento de la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad, así como, enfermedades crónicas como la diabetes (FAO).
A esta se suma, los conflictos armados en los últimos años que para el investigador Rojas han contribuido a la inseguridad alimentaria.
Para combatir la inseguridad alimentaria, existen varias herramientas de política que los gobiernos y organizaciones pueden implementar a continuación, se detalla algunas:
1. Subsidios y apoyos directos. Subsidios a los agricultores: Ayudas financieras para reducir los costos de producción y aumentar la rentabilidad. Programas de apoyo a la renta: Transferencias de efectivo a familias vulnerables para asegurar que puedan comprar alimentos.
2. Programas de alimentación escolar.Proveer comidas nutritivas a los estudiantes para mejorar su salud y rendimiento académico. Educación nutricional: Enseñar a los niños y sus familias sobre la importancia de una dieta balanceada.
3. Fortalecimiento a la agricultura local. Incentivos para la agricultura familiar: Apoyo técnico y financiero para pequeños agricultores. Desarrollo de mercados locales: Facilitar el acceso de los productores locales a los mercados.
4. Desarrollo rural y acceso a servicios. Infraestructura rural: Mejorar caminos, almacenamiento y acceso a mercados para los agricultores. Acceso a crédito y seguros agrícolas: Facilitar financiamiento y protección contra riesgos climáticos y de mercado.
5. Gobernanza y coordinación intersectorial. Fortalecimiento institucional: Crear y reforzar las instituciones encargadas de la seguridad alimentaria. Coordinación multisectorial: Integrar políticas agrícolas, de salud, educación y desarrollo social para abordar la inseguridad alimentaria de manera integral.
6. Gestión de Riesgos y resiliencia. Planes de contingencia: Estrategias para enfrentar emergencias alimentarias causadas por desastres naturales o crisis económicas. Sistemas de alerta temprana: Monitoreo y respuesta rápida a amenazas a la seguridad alimentaria.
Implementar estas herramientas de política de manera coordinada y adaptada a las condiciones locales es crucial para combatir eficazmente la inseguridad alimentaria.
Se recalca, además, que algunas acciones estructurales implementadas por el gobierno ecuatoriano han dado resultado, estas sin duda deben fortalecerse. Sin embargo, estas políticas han marcado la pauta para el despliegue de un plan estratégico que contempla campañas de concientización y abordaje de la problemática dirigidas a los responsables de la salud y la educación para recalcar la importancia de atender de forma prioritaria la seguridad alimentaria de la población.
Entre las acciones tangibles está el Programa de alimentación escolar del Ministerio de Educación que nació en el año de 1987 y que los gobiernos lo vienen ejecutando con el objetivo de contribuir al rendimiento físico y mental durante la jornada de estudios.
Otra de las acciones que contribuye a fortalecer las bases estructurales para combatir la inseguridad alimentaria es la investigación académica y tecnológica en materia agroalimentaria, acciones de cumplimento que señala la Ley Orgánica del Régimen de la Soberanía Alimentaria.
Al respecto Luis Rojas manifiesta que el grupo de investigación al cual pertenece estudia aspectos ligados al uso sustentable de los bienes y servicios ecosistémicos incorporando aspectos de la economía ambiental, forestal y agraria.