En Ecuador actualmente se producen 5.3 millones de toneladas de residuos sólidos. El 89% son aprovechables, sin embargo, solo el 4% se recicla, y de este porcentaje el 1% son residuos orgánicos (información del Proyecto de Gestión de Residuos y Economía Circular Inclusiva – GRECI, 2023). En este sentido se reconocen en el país diversas iniciativas que tienen la finalidad de alcanzar procesos adecuados de reciclaje. Tal es el caso de aquellas que se sitúan en Loja y han logrado el respaldo de la academia, en búsqueda de viabilidad y sostenibilidad.
Mercedes Villa Achupallas, docente investigadora de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y directora de la carrera de Ingeniería Ambiental, lidera iniciativas que fomentan la gestión integral de residuos sólidos. Diariamente se generan residuos en actividades domésticas, comerciales, industriales, etc., y algunos lugares presentan una mayor concentración en cuanto a generación. Es lo que sucede con el Centro de Transferencia Comercial Puerto Seco en la ciudad de Loja, en el que se producen grandes volúmenes de residuos, predominantemente orgánicos.
Desde la carrera de Ingeniería Ambiental se trabajó en la implementación de dos técnicas de aprovechamiento de estos residuos: mediante pila de compostaje estática y paca digestora. Esta es una estrategia clave para mitigar la contaminación. Al transformar los desechos en nuevos recursos se reduce el impacto ambiental directo, como las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del suelo y del agua. Además, esta práctica alivia la presión sobre los rellenos sanitarios, evitando su sobresaturación y prolongando su vida útil. También previene el desborde de contenedores de almacenamiento, contribuyendo a mantener un entorno limpio y ordenado.
Por ello, se reconoce que existe un gran número de ejercicios en materia de reciclaje. Las estadísticas nacionales reportan datos respecto a la gestión de residuos a nivel municipal, en tanto que la información sobre residuos industriales y agroindustriales es escasa, pese a que registran un volumen considerablemente mayor, lo que resalta la necesidad de fortalecer los mecanismos de gestión y monitoreo en estos ámbitos.
Materiales como el plástico, el cartón, el Tetra Pak y otros similares se someten a iniciativas que buscan reutilizarlos, e incluso desde el ámbito privado se evidencian sistemas y tecnologías que funcionan de forma adecuada para su tratamiento.
Más del 50% de residuos son orgánicos, pero la falta de educación sobre la separación de estos en los hogares y la baja prioridad que se les da frente a otros materiales reciclables contribuyen a que su gestión sea un verdadero desafío, su descomposición rápida genera olores y lixiviados, y sin la infraestructura adecuada, como plantas de compostaje, terminan en rellenos sanitarios.
Botaderos, rellenos sanitarios y celdas emergentes
Los residuos orgánicos son los que más se generan y los que menos se gestionan, según el informe de 2018 para América Latina y el Caribe sobre gestión de residuos de ONU Medioambiente. La acumulación de residuos orgánicos en rellenos sanitarios incrementa la contaminación global porque, al descomponerse sin oxígeno, generan metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el Dióxido de Carbono. Además, producen lixiviados que contaminan el suelo y las aguas subterráneas, intensificando los problemas ambientales.
De acuerdo con la pirámide de jerarquización para la gestión de residuos, la minimización de generación es la etapa más importante, seguido de la segregación, el almacenamiento, la recolección, el tratamiento y valorización, y en última instancia la disposición final.
Una de las mayores dificultades en la gestión de residuos es la falta de segregación adecuada. Muchas personas no están conscientes de la importancia de separar los desechos orgánicos de los inorgánicos. Como resultado, todos estos residuos se mezclan en un mismo contenedor donde se puede encontrar desde plásticos, cartones y envases hasta residuos de alimentos o alimentos en mal estado que terminan en sitios de disposición final cada vez más grandes. En Ecuador, de los 221 municipios, 104 disponen sus residuos en botaderos a cielo abierto; 81 en rellenos sanitarios y 36 en celdas emergentes.
Se resalta la urgencia de mejorar las prácticas de manejo de residuos y la urgencia de educar y concienciar a la comunidad sobre la importancia de una correcta gestión. Es crucial hacer un llamado a la colectividad a sumarse a iniciativas y campañas de prevención y manejo adecuado de residuos que promuevan la separación correcta, y que las autoridades consideren la implementación de sanciones y multas para quienes no cumplan con las normativas. Existen propuestas desde el sector público y privado con este fin, como puntos de reciclaje, campañas, etc.
Todos estos antecedentes, han motivado a la academia a plantear iniciativas que generen beneficio en territorio. Una de ellas se da en respuesta a la petición de intervención de Puerto Seco en la ciudad de Loja, que se atiende desde el Parque Científico y Tecnológico de la UTPL como un requerimiento del sector industrial, cuya principal problemática es la gestión de residuos, incluso con la existencia de cuatro contenedores en el área. Parte de las dificultades que afectan a este punto de Loja se debe a las actividades que se ejecutan allí ya que se expende un importante número de productos de primera necesidad, y a su vez es un punto de distribución de productos orgánicos hacia otros mercados de la ciudad.
En el lugar es común observar desperdicios de frutas y verduras, algunas en estado de descomposición, y otras con un alto potencial de aprovechamiento que no ha sido explotado. Frente a ello se plantea dos alternativas de posible implementación:
La primera, denominada pila estática, es un sistema de ventilación, ingreso del aire de forma ascendente, control de temperatura, humedad y otros en procesos de compostaje;
La segunda, denominada paca biodigestora, permite optimizar los desechos que se generan en el lugar y lograr un proceso ambiental para que sirvan en el futuro como material de compostaje (abono orgánico). En cuanto al proceso se refleja en el empaque de los residuos, en un molde cúbico, donde se coloca inicialmente una capa de material seco y otra de material fresco que posteriormente se compactarán; y, para finalizar, se ubican los residuos orgánicos. Este proceso se repite mediante la incorporación de capas compactadas de material seco, material fresco y residuos hasta alcanzar la altura de un metro.
Estos mecanismos se aplicaron en Puerto Seco, evidenciándose resultados positivos que los colocaron como una alternativa para la generación de compostaje con estos residuos, sin dejar de lado concienciación ambiental tan necesaria con la ciudadanía. Adicionalmente se destacan importantes beneficios como el bajo costo de implementación, y la descomposición sin generación de malos olores ni aparecimiento de vectores como roedores o moscas.
A partir de estas experiencias se reconoce en el compostaje una propuesta que permitiría el manejo adecuado de los residuos orgánicos, aunque en la práctica aún queda mucho por hacer. Si bien existen propuestas y muchas funcionan a nivel de la provincia, aún es requerido orientar la adquisición de la materia orgánica y el interés colectivo para darles la importancia que tienen. Con ese contexto es fundamental retomar la propuesta orientada a Puerto Seco, la cual no solo apoya la gestión de residuos orgánicos, sino que también fomenta la agricultura orgánica y contribuye a la economía circular. Este enfoque integral puede potenciar el uso de recursos de manera más sostenible y beneficiosa para la comunidad.
El aporte directo del compostaje en la agricultura orgánica está dado porque se obtiene un producto que permite mejorar los suelos y generar una producción más limpia, reduciendo la dependencia de fertilizantes y otros compuestos químicos. En el tratamiento de residuos no es suficiente con separar los orgánicos y dejarlos descomponerse a la intemperie. Es fundamental aplicar un proceso adecuado y utilizar técnicas específicas para gestionarlos de manera efectiva, asegurando la producción de compost. Esto garantiza que se obtengan todos los beneficios, como la mejora del suelo y la reducción de residuos de manera óptima.
La aplicación de abonos orgánicos enriquece los suelos al aportar materia orgánica y nutrientes esenciales. Esto facilita la recuperación del suelo ya que mejora su estructura y capacidad para retener agua y nutrientes. Los abonos orgánicos, como el compost, aumentan el contenido de nitrógeno, vital para el crecimiento saludable de las plantas. Además, estimulan la actividad de microorganismos beneficiosos, como los hongos, que ayudan a descomponer la materia orgánica y mejorar la calidad del suelo. Este proceso no solo reduce la desertificación, sino que también beneficia a suelos que han sido dañados por químicos u otros factores adversos.