El lugar donde todo comienza

¿CÓMO SE FORMARON LOS PÁRAMOS?

Hace miles de años, cuando la Tierra se enfrió, los páramos se cubrieron de hielo, posteriormente, el clima cambió y se produjo un aumento de temperatura, haciendo que el hielo se derrita, dejando como resultado los actuales paisajes de páramo que conocemos (Vargas y Velasco, 2011). Durante el periodo Cuaternario, hace 2,4 millones de años, se presentaron muchos ciclos glacial-interglaciales. En los periodos interglaciales, el clima era parecido al actual. Durante los periodos glaciales, los glaciares bajaron hasta 3.000 m de altitud, incluso existen rasgos que evidencian en algunos casos un descenso de hasta 2.600 y 2.800 m.s.n.m., mientras que el límite bosque-páramo bajó localmente hasta 2.000 m.s.n.m. Este ritmo glacial-interglacial, permitió que se conectaran y separaran áreas de páramo que actualmente se encuentran separadas contribuyendo así al proceso de especiación (Van der Hammen y Cleef, 1986; Jorgensen y Ulloa, 1994 en Hofstede et al., 2014). La última era glaciar registrada hace 10.000 años ha determinado la formación de muchos valles glaciares a lo largo de la cordillera de los Andes y en especial, en las zonas que actualmente son páramos.

CICLO HIDROLÓGICO: ¿QUÉ HACEN LOS PÁRAMOS PARA CAPTAR EL AGUA?

El ciclo hidrológico es un proceso de transporte recirculatorio e indefinido o permanente, ya que este movimiento se da fundamentalmente por dos causas: la primera, es que el sol proporciona la energía para elevar el agua (evaporación) y la segunda, es que la gravedad terrestre, hace que el agua condensada descienda (precipitación) (Ordoñez, 2011). El páramo tiene la capacidad de regular el ciclo del agua, almacenarla y liberarla a lo largo del año hacia las partes media, y baja de una cuenca hidrográfica (Isch, 2012). La capacidad que tiene el páramo de captar y almacenar el agua que desciende hace que sus cuencas muestren un alto rendimiento hídrico entre el 60 y el 70%, superando por mucho a las cuencas que se encuentran en las zonas bajas (Llambí et al., 2012).

LOS SERVICIOS ECOSISTÉMICOS QUE NOS BRINDA EL PÁRAMO

Los servicios ecosistémicos que prestan los páramos benefician a las personas de forma directa o indirecta, estos se clasifican, según Hofstede (2011), en servicios ecosistémicos de:

1. Apoyo: Formación de suelo, ciclo de nutrientes, producción primaria (vegetación) y polinización.

2. Aprovisionamiento: Agua dulce, alimento, madera y fibra, plantas medicinales y minería de suelo (pero es considerado como un servicio no sustentable).

3. Regulación: Agua dulce, clima y protección contra enfermedades y plagas.

4. Culturales: Espiritualidad, identidad de la población y estético, recreativo, educación e investigación.

¿CÓMO LLEGA EL AGUA DEL PÁRAMO A OTROS LUGARES?

Los páramos andinos regulan los flujos hídricos y los nutrientes que descienden a los ecosistemas vecinos como el bosque andino (Vásquez y Buitrago, 2011), gracias a su gran capacidad para almacenar y regular el agua que reciben a través de las precipitaciones que generalmente son de frecuencia alta y de baja intensidad, y del descongelamiento de la nieve y hielo que se encuentran en zonas más altas (Llambí et al., 2012). Esta capacidad de captar agua ha sido posible gracias a la gran acumulación de materia orgánica y a la morfología de ciertas plantas de páramo. De esta producción de agua son beneficiados muchos ríos, los cuales proveen de este recurso vital a la población ecuatoriana (Chuncho y Chuncho, 2019). Por ejemplo, la ciudad de Quito posee una de las mejores aguas del país, con una calidad de 99,96%, gracias a los páramos que les proveen de este recurso hídrico (Montaño, 2021).

¿DE DÓNDE LLEGA EL AGUA QUE UTILIZAMOS?

La mayoría de los páramos ecuatorianos son húmedos, sobre ellos caen entre 600 y 4.000 mm de precipitación anual (Podwojewski y Poulenard, 2011). En Ecuador, por lo general, la parte central de la cordillera recibe más lluvias que la occidental, pero entre las dos, constituyen “verdaderas esponjas de agua, gracias a la gran capacidad de retención de agua de sus suelos, que supera el 200% de su propio peso seco”; por lo que son fundamentales para la regulación hídrica regional y constituyen una fuente de agua potable importante para el consumo humano, cumpliendo de esta manera una función hidrológica, como “fábricas” de agua” o “esponjas” para su almacenamiento (Camacho, 2013). Por ejemplo, el agua que llega hasta nuestros domicilios en la ciudad de Loja, proviene de las microcuencas de: Shucos, Jipiro, Mendieta, El Carmen, San Simón, Namanda, Mónica y Curitroje. Solo la microcuenca Curitroje abastece de agua a parte de la población de la ciudad de Loja, con un caudal medio mensual de 433.25 litros por segundo, del cual 48 l/s se captan y se tratan para la red de agua potable de Loja (Arteaga et al., 2016).

¡EL PÁRAMO DEBE SER PROTEGIDO!

El páramo como ecosistema encierra gran biodiversidad, es fuente de recursos naturales, desempeña importantes funciones ambientales, pero al mismo tiempo tiene una historia de relaciones, entre la naturaleza y los pueblos asentados en estos territorios o cerca de ellos. A pesar de la importancia de este ecosistema y su elevada fragilidad no existe un manejo adecuado, y sigue a la deriva la expansión de la frontera agrícola, pastoreo, quema, reforestación, minería, entre otras, que evidencia una presión de la población humana en su lucha por sobrevivir (Chuncho y Chuncho, 2019). El páramo no debe ser considerado únicamente como un ecosistema frágil, atendiendo a su vulnerabilidad y las permanentes amenazas antrópicas, sino que además tiene que considerarse también su carácter estratégico para la naturaleza, la sociedad y la economía nacional, dadas las irremplazables funciones ecológicas, biológicas, hidrológicas, sociales, culturales y económicas que tiene este agro-ecosistema (Camacho, 2013).

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Periodista especializado en ciencia, documentalista, fotógrafo y diseñador, responsable de Cultura Científica - DIRCOM en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y co-editor y redactor de la Revista "Perspectivas de investigación". Magíster en Estudios de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación por la Universidad de Oviedo, Universidad de Salamanca y la Universidad Politécnica de Valencia y miembro de la Asociación Española de Comunicación Científica (AEC2). Entre los documentales que ha dirigido, destacan, "Páramos, donde nace la vida", "Lágrimas de vida" y "Café de Loja: Ciencia, Arte y Tradición".