Por: Cristina Díaz de la Cruz
Directora General de Misiones Universitarias
El escenario actual ha hecho que quienes nos planteamos buscar la verdad y formar a la persona para servir a la sociedad nos veamos ante nuevos desafíos, hasta ahora insospechados. Cuando muchos científicos parecían caer en la tentación de burlarse del dolor y de la muerte, con promesas transhumanistas y posthumanistas que supuestamente nos asegurarían la prosperidad y la superación de las limitaciones que nos impone nuestra naturaleza humana, de repente el mundo se ha paralizado ante un ser diminuto que cobra miles de vidas y logra detener la economía a escala mundial.
¿Qué ha quedado de nuestra anterior forma de vida? ¿Qué es aquello sobre lo que se han preguntado siempre los filósofos, que permanece a pesar de los cambios más violentos y de los acontecimientos más inesperados?
Ha quedado -como no podría dejar de ser-, lo esencialmente humano. Y si teníamos dudas acerca de qué es lo más humano, estamos ante una oportunidad única de descubrirlo y de amarlo. Lo esencialmente humano se observa en el amor a la vida, en la entrega generosa de quienes pueden salvarlas, en la solidaridad y la compasión, en el aprecio por los seres queridos, en la búsqueda del silencio interior y en la atención presta a los signos de Aquél que nos ofrece la paz que tanto anhelamos.
Estamos viviendo, como comunidad universitaria, la experiencia de ser testigos de tantas personas que ofrecen ayuda a los demás, sobre todo a los más necesitados. Cientos de personas que se han sumado a iniciativas como la campaña “Abraza con el corazón” para ayudar a familias que carecen de alimentos o a la campaña “No estás solo” que ofrece acompañamiento a quienes se sienten angustiados en este tiempo de aislamiento social. También hemos podido conocer el testimonio de personas que han sentido una llamada a vivir una mayor generosidad gracias a esta crisis y han realizado verdaderos cambios en sus vidas (“Llamados a ser más”). Y otras que desean transmitir mensajes de ánimo, con el afán de contagiar el optimismo por la vida y las ganas de superar todo tipo de dificultades (“Mensajes inspiradores”).
Esta generosidad, esta energía vital, a pesar de las adversidades, es la que nos da noticia acerca de lo verdaderamente humano, que muchas veces permanece oculto o sofocado entre los afanes de una vida rutinaria. Que nuestro aporte al mundo de la ciencia nunca esté exento de esta visión de la persona, que no solo nos permitirá encontrar la verdad, sino también formar a seres humanos capaces de servir verdaderamente a la sociedad, hasta en los momentos más difíciles de nuestra historia.
Este editorial forma parte de la Revista Perspectivas de Investigación, edición #54, correspondiente a los meses agosto-septiembre 2020. Si quieres acceder a la revista completa clic aquí.